Conservadores
y Liberales:
El conocido enfrentamiento
entre Cornelio Saavedra y Mariano Moreno se reflejó en distintas opciones
pedagógicas. El primero prefería la concepción colonial; el segundo sostenía
una educación que apuntaba a la formación de ciudadanos modernos y democráticos.
Moreno hizo traducir una parte de El
contrato social de Rousseau y ordenó que se lo leyera en todas las
escuelas. Cuando triunfan los conservadores, eliminaron aquella obligación por
otra lectura, Tratado de las obligaciones del hombre.
Saavedra y Moreno tenían
posiciones diferentes sobre los derechos de los indios, sobre el alcance de la
liberación de España, sobre el uso de la prensa y sobre los contenidos de la
educación. Moreno otorgaba un papel pedagógico a La Gaceta, el primer periódico patrio, que fue fundado en 1810. Según
él la
libertad de escribir y la de pensar, así como el derecho a la información por
parte del pueblo y de las provincias, eran indispensables para consolidar el
proceso de independencia.
En la primera mitad del
siglo XIX se puede distinguir diferentes corrientes de pensamiento pedagógico:
1.
Una pedagogía liberal radicalizada muy
influida por Rousseau y por los socialistas utópicos. Sostenía la educación del
pueblo como base de un sistema educativo progresista para naciones libres. Esa pedagogía
era antirracista,
democrática en los métodos de enseñanza y disciplina e
inclinada hacia el laicismo y el anticlericalismo. Sus representantes fueron el
venezolano Simón Rodríguez, maestro de Bolívar, y en la Argentina Moreno y el
presbítero Gorriti.
2.
Una educación federalista popular con
elementos liberales. Los
caudillos Artigas, Bustos, López, Ramírez, los Heredia, Ferré y Molina
desarrollaron experiencias semejantes a la reforma educativa que puso en marcha
en la misma época el caudillo nacionalista popular Francisco Solano López, el
mismo que luego fue derrotado en la Guerra del Paraguay. Una postura
educacional semejante sostuvo el caudillo entrerriano Justo José de Urquiza.
Quisieron desarrollar una educación moderna apoyándose en la participación de
la sociedad civil y en la cultura de los pueblos. Imaginaban una
pedagogía federalista popular que adoptara el sistema educativo liberal moderno
3.
La
pedagogía de la generación liberal de 1837, en particular la de Sarmiento, que era modernamente
liberal, pues partía de la exclusión de los indios y descalificación
de toda expresión cultural popular. Rechazaba la
herencia hispánica y propugnaba la europeización de la cultura y la adopción
del modelo educativo norteamericano. Proponía un sistema de educación pública
escolarizado que abarcaba a toda la población y que se fundaba en los criterios
pedagógicos más democráticos de la época.
4.
La
pedagogía liberal oligárquica. Encabezados por Rivadavia,
liberales porteños, que pertenecían a la oligarquía, querían modernizar el sistema, importando la estructura y la
ideología más elitista de la experiencia educativa francesa;
Bartolomé Mitre continuaría esa tendencia.
5.
La
pedagogía tradicionalista colonial antiindependentista. Dirigida
por los sectores prohispánicos de la Iglesia Católica. Era el viejo bloque
pedagógico, que defendía la educación colonial-clerical y
rechazaba la educación de los indios y los mestizos. Terminada la
guerra de la Independencia, esta corriente tuvo su núcleo directivo en Córdoba
y luego se extendió por todo el país y se convirtió en nacionalismo católico.
A comienzos del siglo XIX, el sistema
escolar moderno estaba todavía en germen. En Francia la sociedad no había
terminado de concebirlo y aún tenía un
gran poder la vieja estructura educativa tradicional, que se apoyaba en la
Iglesia y en la familia.
Pero la burguesía, que era
la clase social pujante, necesitaba contar con intelectuales, profesionales y
educadores que difundieran la cultura del progreso. Algunos pensadores
planteaban que el avance económico sólo se sostendría si la población cambiaba
su cultura política.
El sistema escolar más
avanzado era el prusiano, que contaba con una educación
media ya configurada sistemáticamente. En el continente europeo que se
modernizaba hacía falta que la gente incorporara una nueva forma de interpretar
la realidad y de vincularse con ella, para que los cambios fueran sostenidos;
la educación
pública tenía un rol central en ese proceso.
La generación de lo público
requería de un espacio y un tiempo específico. Era necesario institucionalizar las
experiencias de enseñanza-aprendizaje que formaban a los ciudadanos
sobre la base de las categorías centrales de la
ideología moderna: individuo, razón y progreso.
En Europa se multiplicaban
las escuelas de formación de maestros inspiradas en las ideas de Pestalozzi; en
tanto los ingleses más avanzados admiraban el método inventado por los
calvinistas Bell y Lancaster, con amplia difusión en América Latina.
En muchos lugares de Europa
se experimentaban formas de educación masiva y de capacitación para el trabajo
industrial; se creaban establecimientos educativos laicos y se empezaban a
articular entre sí escuelas y colegios
de diferentes tipos, sentando las bases del sistema escolarizado.
El Estado sostenía y
proporcionaba la educación pública. Las concepciones que inspiraban estas
reformas se discutían al mismo tiempo en nuestro país.
El sistema escolar argentino nacía de
la transformación de las instituciones educativas coloniales,
como producto de una lenta combinación de las modalidades educativas que
estaban arraigadas en la sociedad, bajo la influencia de las corrientes
pedagógicas de la época.
Tanto los liberales porteños
como los sectores progresistas del interior recibieron con avidez la
información sobre los avances de la modernización pedagógica europea y
norteamericana. Pero los rituales, los métodos y los contenidos de la
enseñanza, las normas disciplinarias y las costumbres escolares fueron
cambiando lentamente durante todo el siglo XIX.
Prueba de ello es que Sarmiento denunció la
persistencia de métodos de tortura en las escuelas; se usaban, el cepo, el
buche de agua, la palmeta y los azotes con látigos de púas de hierro, entre
otros.
Se combinó el culto católico
con el culto a los símbolos de la patria. El Reglamento Escolar de Córdoba de
1813 establecía que los sábados por la tarde los niños asistirán a la lección
de doctrina cristiana con el catecismo de Astete y luego se les enseñaría una
canción patriótica a seis voces. Se seguían usando los silabarios y los
catecismos para enseñar a leer y escribir.
La estructura del vínculo pedagógico
siguió el modelo de la evangelización: los conocimientos adquiridos
por los alumnos en su comunidad eran descalificados y en
cambio se les exigía una fe plena hacia las verdades
que les transmitía la escuela, sin mayor explicación.
El proceso de enseñanza-aprendizaje,
basado en la revelación, luchaba por resistir frente al avance
de una pedagogía que se apoyaba en la construcción sistemática del saber.
La Asamblea Constituyente
del Año 1813 dio un paso importante en la modernización, pues abolió los
castigos corporales en los establecimientos educativos. Desde los años de las luchas por
la Independencia hasta la década de 1880, tanto los liberales como los
caudillos populares hicieron esfuerzos por crear el sistema escolar público.
¿Cómo
debe ser la escuela de la patria?
La concepción democrática y
popular se encuentra ya en el Reglamento de Artigas-que da continuidad a las
ideas educativas de Manuel Belgrano- en el Reglamento de Córdoba y en la obra
educacional de varios caudillos. Aunque no todos aprobaron la modernización
educativa. Aparecen ideologías pedagógicas contrapuestas: la tradicionalista y
la liberal. Facundo Quiroga y Juan Manuel de Rosas, representantes de la
primera, sostenían la estructura educativa colonial. Artigas (Uruguay), Bustos
(Córdoba), López (Santa Fe), Alejandro Heredia (Tucumán), Félix Heredia
(Salta), Molina (Mendoza), Ferré (Corrientes), Ramírez (Entre Ríos) y Urquiza
(Entre Ríos) adoptaron la idea de construir un sistema educativo estatal.
En sus provincias la
enseñanza siguió siendo religiosa, pues en esa época del país
era aún inconcebible la laicidad. Avanzaron sobre el monopolio educativo
eclesiástico, desarrollando la instrucción pública, e implementaron la
obligatoriedad y gratuidad.
Diferentes elementos se
articularon en la concepción pedagógica de los caudillos progresistas y
de los caudillos conservadores populares. Los primeros combinaron federalismo,
primacía del Estado, religiosidad y participación popular, otorgando poder
a las juntas protectoras y adoptando métodos modernos, contenidos
científicos y cierta dosis de libertad ideológica. Los segundos
pretendían quitar al Estado la responsabilidad en el financiamiento, otorgar el papel de policía
al gobierno en materia ideológica, restar poder a las juntas
e incluir
contenidos conservadores católicos y métodos tradicionales.
Durante el sitio de
Montevideo, que duró desde 1811 hasta 1814 funcionó en esa ciudad una escuela
del Cabildo cuyo docente, Manuel Pagola, hacía propaganda contra el sistema
político independiente. La escuela de Pagola imitaba a la que había dirigido el
fraile Juan Arrieta, llamado “el de la palmeta”. Tenía un reglamento que
prohibía la convivencia de niños de razas distintas (morenos, pardos y zambos)
y establecía que todos estaban obligados a ir a misa, acompañados de su
maestro.
El Cabildo consideró
necesario remover a Pagola, puesto que una Escuela de la Patria debía formar al
ciudadano, imbuyéndole los principios de libertad. Aunque Artigas primero apoyó
tal resolución, más tarde solicitó la restitución de aquel. La escuela de
Montevideo fue encomendada al franciscano José Benito Lamas, quien siendo
titular de la cátedra de filosofía en el Convento de San Bernardino y es
considerado hoy el primer maestro uruguayo.
El interés de Artigas por
propugnar una educación y una cultura progresistas se reflejó también en la
difusión de cartillas y almanaques en Corrientes y en la fundación de la
biblioteca pública, cuya dirección encomendó a Dámaso Antonio Larrañaga.
Larrañaga fue uno de los
muchos curas que comprendieron la causa de la Independencia y del progreso.
Artigas quiso traer al Río de la Plata el método Lancaster, uno de los más
avanzados de Europa. El Lancaster fue difundido en Buenos
Aires por noticias publicadas en La Gazeta y El Censor en 1816. Este método
requería
de pocos docentes; consistía en dividir a los educandos en clases de
lectura, escritura y matemáticas y ponerlos a cargo de los monitores (que eran
alumnos aventajados con los cuales se contaban en aquella época por haber pocos
docentes).
De tal manera se podía enseñar a una gran cantidad de chicos al mismo tiempo.
En el Lancaster se desdibujaba la relación educativa tradicional y se
introducía una concepción moderna coherente con la lógica de la naciente sociedad industrial.
Respondía a las necesidades de los que pretendían instruir en gran escala para responder a las
transformaciones que estaba sufriendo el sistema de producción.
Artigas quería educar
urgentemente a sus paisanos y a los indios, para ello adhería al método de
Lancaster.
quiero saber que puso en marcha moreno para restarle poder a saavedra y al grupo de patricios??
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